Efectos en las personas que han vivido el abuso sexual en su infancia y procesos de recuperación, aceptación y manejo de la experiencia
Estamos en una época en la que el abuso sexual infantil está dejando de permanecer en el terreno privado del silencio, para emerger cada vez más en la conciencia social como un problema de “salud pública”, no sólo por su alta incidencia sino, especialmente, por la fuerza nueva que ha adquirido la denuncia de este comportamiento tanto a nivel nacional como a nivel internacional. Cada vez más en las esferas públicas, y más allá de las fronteras familiares, se avanza en lograr un reconocimiento público del abuso sexual con una especificidad propia, que no se queda en el terreno ni del maltrato infantil ni en el de la violación. Ya que, por ejemplo, puede darse el abuso sexual sin maltrato físico y sin que intervengan los órganos genitales. Esta diferenciación es importante porque permite entender la variedad tan amplia que hay respecto a esta conducta. Junto con la urgente tarea de poder plantear leyes específicas para denunciar y detener el abuso a menores, ofrecerles un acompañamiento adecuado a las víctimas, rehabilitar a los agresores y desarrollar una educación sexual profesional en todos los niveles de nuestra sociedad (en la familia, en las escuelas, etc.).